viernes, 21 de octubre de 2011

Viajar con los enanos

Ya iba siendo hora de que me hiciera otra escapada a tierras mallorquinas... que hace dos meses que no respiro su olor a leña y a flores nocturnas. Para comenzar, os diré que vuelo muy a menudo, digamos que una vez al mes o cada dos meses, dirección Palma de Mallorca.

Siempre que me encuentro en la situación de viajar, se me viene a la mente una pregunta... ¿Cómo viajáis vosotros con los resinosillos?

En el caso de este viaje, voy a llevar dos maletas: una facturada y otra de mano. Ya, ya sé que voy sólo para cuatro días, pero quiero adelantar un poco de equipaje porque luego me espera todo noviembre en Mallorca y no quiero agobiarme a la ida con mostrencos maletiles.
Es la primera vez que viajo con maleta como equipaje de mano. Vamos a ver, siempre llevo equipaje de mano, pero suele ser una mochila pequeña + una mochila grande con ruedas que compré el año pasado. O bien el ordenador y la mochila pequeña. O incluso la mochila peque y un bolso verde militar que llevo colgado cruzado... y esto, acarreando la maleta. Que una no escatima en meter y meter porquerías en la maleta. Mi maldita ley mental es: cuanto más espacio haya, más cosas meto, hasta no poder cerrar la cremallera. Y eso que yo he sido de pasar fines de semana largos (cuatro días) con un pijama, dos camisetas y una bolsa de aseo... pues no, la niña tiene que llenar una maleta hasta los 20 kilos cada vez que se pone en avión.

El tema del transporte de los muñecos no es baladí. Nunca he facturado ninguno, si no contamos cuando compré el cuerpo de Rong+cabeza de Fei para Miranda, los mandé enviar a Mallorca porque estaba de vacaciones largas y viajaron en su caja dentro de la maleta facturada (con las convenientes trincheras de ropa a presión, que una es muy agonías para las cosas frágiles en bodega).

Siempre han ido conmigo. Normalmente viaja Miranda sola, aunque he descubierto que haciendo un poco de tetris caben Miranda y Theo en la bolsa pequeñuca que me regaló Resinsoul cuando compré a la nena. Normalmente iba Miranda en esa bolsa, pillada por la tapa del bolso verde para que conformen 'un solo bulto'. He logrado incluso hacérselo tragar a Ryanair... eran dos piezas en un bulto.

De todas formas, esa forma de transporte no me gustaba demasiado. Me parecía que cualquier hijo de hiena podía tirar de la bolsa marrón y llevársela, y además mi manía de abrochar bien apretada la tapa del bolso para evitar tirones (imagináos, voy en tren y luego en metro al aeropuerto, acarreando los bultos como una sherpa) estaba deformando la bolsa y me daba la impresión de que terminaría haciéndole mal a la muñeca.

Miranda en el Trono de Hierro (Desembarco del Rey)

Ahora suelo llevar la mochila con ruedas que, si tengo mucha prisa, siempre puedo colgármela de la espalda (aunque el soporte de las ruedas me machaca las lumbares), y la bolsa de Miranda cabe en diagonal.
En el último viaje quise llevarme a los dos MSD y, como aún no he comprado una bolsa de transporte chula con bolsillitos y cosas, terminé envolviéndolos en toallas y 'sentándolos' dentro de la mochila grande. Me llevaban los demonios cada vez que alguien le pegaba un topetazo a la mochila en el metro o en Barajas, y al pasar el detector de la zona de embarque rezaba un te deum y algún mantra, de paso. Es frecuente que los muñecos 'saluden' en el detector, y te toque explicar a los empleados que son muñecos, no bebés desmembrados o lo que se les ocurra al ver el percal en la pantalla.
También es frecuente que los asistentes de tierra, simpáticos ellos, te pregunten si llevas una flauta, y si es melódica o sinfónica... cuando les contestas que es una muñeca, muchos quieren verla. En uno de sus primeros viajes a Mallorca, Miranda se hizo una foto con un asistente de vuelo, muy majete, que al verla me lo pidió y sacó su propia cámara.

En fins, que me disperso... esta vez llevo una señora maleta, no una mochila de backpacker, con las medidas autorizadas por la compañía con la que vuelo, que contiene la bolsa de los nenes. En este viaje me acompañan cuatro: Miranda, Theo, Noviembre y Pizca... Gatesy sigue metido en las cajas de mudanza, seguro que cantando 'Danny Boy' mientras se cuenta los dedos de los pies, porque a este no lo amarga ni el 'nublao' más 'nublao'. Me llevo a los cuatro y dejaré allí... no sé si a los cuatro. Se me parte el corazón, porque siempre los he tenido en casa, y puede sonar ñoño, pero aunque sólo pase una semana desde que retorno hasta que vuelvo a irme de vacaciones, y que se quedan en casa de mi chico protegiditos y bien, me están dando los siete males sólo de pensarlo. Qué chorrada, ¿verdad?

En el último viaje, también, me pasó algo bastante desagradable. Como no pude comprar los billetes hasta última hora, gracias a los simpáticos de mis cuadrantes (ojalá vivan tiempos interesantes, todos ellos) me vi obligada a volar en low cost de ida. No tengo nada contra las low cost, pero a mí personalmente no me gustan. Prefiero pagar diez o veinte euros más y no ir en low cost. Concretamente, era Ryanair, y la gente cuando compra 'chollazos' por internet para volar no suelen leerse las condiciones de vuelo. Comenzando por las personas que creen que sus billetes estarán numerados, y que se presentan en la puerta de embarque cinco minutos antes y quieren embarcar los primeros, pasando por las personas que no entienden eso de 'un bulto por persona, y tiene que caber en este ínfimo carrito oxidado que hay junto a la mesa' y se lían a meter a presión los bolsos, las bolsas del duty free, a ponerse abrigos porque no les cabe la maleta en el carrito, etecé etecé...


Miranda en Oxford (Inglaterra), junto a la tumba de J.R.R. Tolkien y su esposa Edith

Yo suelo ir prevenida, me siento en la cola una hora antes para tener ventanilla (me ENCANTA volar en ventanilla, en ese viaje en concreto rodeamos una tormenta con sus relámpagos y todo, y fue maravilloso), llevo mi equipaje de mano y facturo normalmente una maleta, imprimo mi billete en casa, todo en regla, todo en orden... me senté en mi ventanilla toda contenta y con mi mochila bien colocadita en la parte superior (A veces incluso me la coloco a los pies, es bastante más incómodo pero más seguro. Cuando viajo con el portátil, siempre me lo pongo a los pies). Cuando fui a Inglaterra con la nena, no me despegué de ella ni con agua caliente.
El avión estaba casi lleno del todo, mi fila tenía tres asientos y ya estábamos sentadas dos personas, quedaba el del pasillo. A todo esto emerge una maruja acalorada, toda pintada y con tacones, con una maleta de mano inmensa, por la puerta del avión. Cuando digo inmensa, quiero decir inmensa, creo que estaba más apretada que el corsé de la Castafiore... Horreur, ve el lugar libre de nuestro lado, le indica a su flemático marido que busque otro sitio y se dispone a acomodarse allí.
Esa es otra, las personas que aparentan tener el oro y el moro, y los ves viajando en low cost y quejándose porque no se pueden llevar el periódico, o porque no les dan almohada, o porque las azafatas no paran de ofrecer a viva voz productos de consumo, mientras hablan del club de campo. Qué gentuza, colega...

Miranda junto a la chimenea de unos amigos, en Inca (Mallorca, Illes Balears)

Bueno, me centro. Maruja pintada, maletón. Yo ya me temía lo peor. Abre la buena señora la portañica de nuestro maletero y, cual Hulk Hogan, eleva de un solo impulso el titánico bulto, encajando las ruedas en la entrada, y empujando como una posesa. Oigo que las ruedas de mi mochila golpean contra la parte posterior del maletero mientras ella embiste con su rabia ciega contra el maletón.

- ¡Oiga! ¡Disculpe! ¡Tenga cuidado, que ahí está mi maleta!

Ni corta ni perezosa, baja de nuevo la suya y saca la mía del portamaletas bruscamente.

- ¡OIGA!
- Es que aquí no cabe nada y tiene que caber - me espeta, volviendo a levantar su maleta (que, ni con esas entraba, porque os digo que estaba a punto de reventar)
- Mi maleta estaba antes. Haber hecho cola como todo el mundo para tener un sitio donde colocar la maleta...
- A saber lo que llevas en esa bolsa cochambrosa - me suelta, con toda su cara, sin dejar de embestir su bulto.
- Pues algo que vale más que todo ese strass de los chinos que llevas colgado de las orejas.

Long story short, la asistente de vuelo vino, colocó mi maleta, e indicó con una fría sonrisa a la señora que su maleta la bajaban a bodega, que tenía que pagarla como facturada a la llegada, y que hasta que no terminasen esa operación, no despegábamos. Los ojos de todo el avión creo que le taladraron esa nuca pelleja que tenía debajo de las extensiones.

En fin, que la gente tiene muy pocos miramientos y que el transporte de nuestros nenes no es tema baladí. Ya os contaré cómo me ha ido esta vez...

1 comentario:

Ai_Chan dijo...

Primeramente, espero que te lo pases muy bien en tu viaje! x3 se te ve ilusionada con el, que ningun viaje en avión te lo estropee!

Sobre el tema de transportes en aviones, no te puedo hablar de ello en primera persona, pero verás, mi novia ha estado viviendo dos años en Bilbao y cada 3 o 4 meses se bajaba a Sevilla a vernos a nosotros sus amigos y a los familiares que tenía aqui, y en cada viaje transportaba en equipaje de mano unos 6 muñecos sin exajerar, en una bolsa de deportes de las tipicas que llevarias a gym te caben perfectamente y no hay problemas a la hora de llevarlos en equipajes de mano; entre estos 6 muñecos iban todos los tamaños posibles, incluso más de un SD y luego otros pocos MSD o cosas asi... asi que no creo que sea un tema por el que preocuparse demasiado, agenciate con una de estas bolsas y viaja tranquila con toda tu familia resinosa si quieres! x3